El Departamento de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Gobierno Vasco ha creado una Comisión de Seguimiento para monitorizar y crear conocimiento en torno a de la cadena de valor de la Alimentación, con el fin de dimensionar y valorar el impacto del COVID-19 y sus consecuencias a corto, medio y largo plazo, a la vez que generar información para articular medidas orientadas a impulsar dicha cadena de valor.

 

Una de las primeras actuaciones de esta comisión de seguimiento, en la que participan HAZI y el Cluster de Alimentación de Euskadi, ha sido la elaboración de un diagnóstico del impacto de la crisis sanitaria en los diferentes eslabones de la cadena de valor de la alimentación, mediante una encuesta enviada a 300 agentes representantes de todos los sectores. Del mismo modo, se han analizado las tendencias de consumo durante la crisis y la época del confinamiento para identificar las previsiones de futuro.

 

Diagnóstico del impacto en el sector alimentario

 

Según los resultados de la encuesta, los distintos eslabones de la cadena registran diferentes grados de afección en la actual crisis originada por la pandemia del coronavirus, siendo el canal HORECA, el eslabón más afectado, sumada a una abrupta bajada de las exportaciones.

 

El impacto económico de esta crisis es evidente, ya que el 80% de las empresas han visto reducidas sus ventas bruscamente y un 76% de las empresas esperan pérdidas para el ejercicio 2020, con una reducción en la cuenta de resultados entre el 40% y el 60%.

 

En lo que respecta al ámbito de la calidad, el 34% de las empresas manifiestan haber modificado sus procesos de calidad por encima de las recomendaciones establecidas, mientras que un 25% los ha modificado ligeramente. Por otro lado, en relación a la actividad de I+D+i, el 48% de las empresas sigue trabajando sus proyectos (el 24% con normalidad y otro 24% en menor medida que antes de la crisis), mientras que 34% ha reducido bruscamente su actividad innovadora y el 16% la ha parado en su totalidad.

 

Finalmente, un 30% de las empresas han identificado nuevas oportunidades durante la crisis, como son la búsqueda de nuevos canales (on-line, venta a domicilio, redes sociales), el desarrollo de nuevos productos y una mayor colaboración con la competencia.

 

Tendencias de consumo

 

Cesta de la compra: La semana anterior a confinamiento se produjo un gran aprovisionamiento de las categorías más básicas (arroz, pasta, legumbres, conservas, harina, leche). Durante las siguientes semanas empiezan a destacar los productos asociados con momentos de placer, bebidas, snacks y productos para repostería. La compra de productos frescos crece estas semanas respecto al mismo periodo de 2019 como consecuencia del trasvase del consumo a dentro de los hogares, siendo las categorías que obtienen un mayor grado de incremento los huevos, hortalizas y frutas frescas.

 

Canales de distribución: durante el estado de alarma, la frecuencia de la compra se reduce a una compra semanal y se percibe un auge de los canales de proximidad, cobrando especial importancia los supermercados ubicados en los núcleos urbanos y las tiendas especializadas de barrio. Asimismo, se da un repunte importante en el canal on-line y de la petición de comida a domicilio, convirtiéndose estas dos últimas opciones en una oportunidad de negocio, muy poco explorada hasta el momento.

 

Población consumidora: la crisis ha tenido un efecto en el comportamiento de las personas consumidoras, aumentando el volumen de compra en los hogares en un 21%, disminuyendo la frecuencia de compra y aumentando el gasto promedio por compra. Del mismo modo, las unidades familiares han ido adquiriendo nuevos hábitos alimentarios más sanos, una mayor preocupación por la salud, una mejora en los hábitos de higiene, un mayor tiempo de dedicación a la cocina y mayor elaboración de platos, con un aumento de la repostería casera y del consumo de picoteo, snacks y bebidas.

Previsiones de futuro

 

La vuelta a la normalidad conllevará que algunos de estos hábitos permanezcan en el tiempo, teniendo en cuenta, entre otros factores, el clima de confianza, la evolución del mercado de trabajo, la variación de los precios y los posibles rebrotes que puedan aparecer.

 

Presumiblemente, algunos de los hábitos adquiridos perdurarán en el tiempo, como la racionalización de la compra (menos frecuencia y más abundante), el tiempo dedicado a la cocina, la preferencia de canales más próximos, la consolidación del canal on-line y el aumento de los momentos de consumo entre horas dentro de los hogares.