La FAO ha elaborado una serie de folletos en el contexto de “Asegurar la Seguridad Alimentaria en la Economía Circular” y uno de ellos, trata la valorización del desperdicio alimentario garantizando la Seguridad Alimentaria.

Debido a que los residuos y subproductos alimentarios pueden contener contaminantes, es esencial incorporar medidas de gestión de seguridad alimentaria cuando se redistribuyen o se reutilizan para destinarlos a otros usos, con el fin de garantizar la salud de las personas consumidoras.



Reducir el desperdicio de alimentos puede tener un impacto positivo en la Seguridad Alimentaria, el clima y la sostenibilidad general de los sistemas agroalimentarios. Por ello, la seguridad alimentaria está estrechamente relacionada con la pérdida y el desperdicio de alimentos.

Cuando los cultivos y los productos animales no cumplen las normas de seguridad y calidad alimentaria, no pueden utilizarse como alimentos y a menudo se desechan. Además, los alimentos también se tiran en el comercio minorista y en los hogares por problemas de contaminación. Esto contribuye a la pérdida y el desperdicio de alimentos.

En cambio, muchas prácticas que evitan la pérdida y el desperdicio de los alimentos, como el almacenamiento y la refrigeración adecuados, también mejoran la Seguridad Alimentaria.

La transición del actual modelo lineal «comprar-hacer-usar-desechar» a un modelo circular puede hacer frente a la pérdida y el desperdicio de alimentos. Esto implica evitar la pérdida y el desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena alimentaria, redistribuyendo los excedentes de alimentos que son seguros para el consumo, y por otra parte, reciclando, reutilizando o reaprovechando subproductos alimentarios.

Por ello, es fundamental tener en cuenta las implicaciones de estas medidas en Seguridad Alimentaria para garantizar una transición segura hacia sistemas circulares.


  1. Contaminantes microbiológicos y químicos en los residuos alimentarios

Los residuos alimentarios pueden contener agentes patógenos (bacterias, virus, hongos, parásitos) y contaminantes químicos (micotoxinas, metales pesados, entre otros).

El nivel de riesgo depende del tipo de alimento y del grado de deterioro y contaminación antes y después de desecharlo. Por ejemplo, los patógenos o contaminantes químicos pueden transferirse a los alimentos o piensos cultivados en el compost. Por ello, cuando se utilizan residuos alimentarios para hacer compost puede suponer un riesgo para la salud humana y animal.

Sin embargo, con una gestión correcta, los sistemas de compostaje pueden eliminar los patógenos y muchos países tienen normas legales o voluntarias para la higienización del compost.

2. Riesgos físicos y microplásticos en los residuos alimentarios

Los residuos alimentarios pueden contaminarse con residuos fibrosos o de plástico si no se separan adecuadamente. Por ejemplo, si las cuerdas utilizadas para sostener las plantas no se eliminan de los residuos de los cultivos pasarán al proceso de compostaje.

Además de los riesgos físicos para las personas manipuladoras, estos residuos suelen introducir otros contaminantes, como microplásticos y aditivos plásticos. Aunque los riesgos de Seguridad Alimentaria derivados de los microplásticos aún no se han identificado del todo, el aumento de aditivos plásticos puede potencialmente constituir una vía para su absorción en cultivos alimentarios.