Clostridium es un género de bacterias anaerobias formadoras de esporas termorresistentes, que en ausencia de oxígeno y poca acidez germinan y producen toxinas. Están ampliamente distribuidas en el medio ambiente y en la flora intestinal de animales y personas, pudiendo transmitirse a los alimentos y generar toxiinfecciones alimentarias.
Las especies más importantes asociadas a la contaminación de alimentos son Clostridium perfringens y Clostridium botulinum, siendo el tercer y cuarto agente productor de toxinas bacterianas más frecuentemente notificado en los brotes de origen alimentario en Europa.
Por una parte, la neurotoxina botulínica del Clostridium botulinum genera la toxiinfección conocida como “Botulismo”, poco frecuente, pero con consecuencias graves, ya que afecta al sistema neuromuscular, siendo la población infantil menor de 1 año el grupo de especial riesgo. Por otra parte, la enterotoxina de Clostridium perfringens provoca cuadros gastrointestinales.
En Europa, el 100% de las infecciones de botulismo se producen en el hogar por inadecuado cocinado y mala conservación de los alimentos listos para el consumo, como las conservas caseras, alimentos envasados al vacío, alimentos fermentados o curados que no han sido procesados adecuadamente.
En el caso de la intoxicación por C. perfringens, la mayoría de los casos se producen en restauración colectiva (comedores escolares, de trabajo, residencias, restaurantes y bares) por inadecuado tratamiento térmico durante el cocinado y/o enfriamiento después de cocinar, de forma que la bacteria se multiplica durante el enfriamiento y almacenamiento.
Para evitar las toxinfecciones producidas por las toxinas de Clostridium es necesario seguir unas buenas prácticas de higiene, manipulación, cocinado y conservación de los alimentos. Las toxinas de Clostridium son relativamente sensibles al calor y se inactivan con un tratamiento térmico adecuado dependiendo del alimento.
Clostridium es un género de bacterias anaerobias formadoras de esporas termorresistentes que en ausencia de oxigeno germinan, crecen y excretan toxinas. Están ampliamente distribuidas en la naturaleza y en el medio ambiente, y sus esporas se encuentran habitualmente en el suelo, polvo, sedimentos, aguas estancadas, y en el tracto digestivo de las personas, animales terrestres y marinos. Por ello, pueden transmitirse a una gran diversidad de alimentos, tanto alimentos crudos, como parcialmente transformados (conservas, fermentados, ahumados, envasados al vacío).
Las condiciones generales que favorecen el crecimiento de Clostridium, la germinación de sus esporas y en consecuencia la producción de su toxina son las siguientes:
alta cantidad de proteínas
baja concentración de sal
baja concentración de azúcar
pH ligeramente ácido o alcalino (superior a 4,5)
ausencia de oxígeno, multiplicándose en alimentos envasados al vacío o en atmósfera modificada
Temperaturas entre 3º C y 45-60º C, sobreviviendo en la congelación.
Las especies más importantes asociadas a la contaminación de alimentos son Clostridium perfringens y Clostridium botulinum, siendo el tercer y cuarto agente productor de toxinas bacterianas más frecuentemente notificado en los brotes de origen alimentario en Europa durante 2022 tras las toxinas de B. cereus y S. aureus.
1.1. Clostridium botulinum
La temperatura óptima de crecimiento de C. botulinum es de 35-40ºC.
Cada uno de los siete subtipos de C. botulinum produce una toxina botulínica diferente identificadas con las letras de la A a la G. Cuatro de ellas (tipos A, B, E y F) pueden causar botulismo humano, siendo los tipos A y B los más frecuentes y tóxicos. La toxina A posee mayor afinidad por el tejido nervioso. Los tipos C, D y E provocan enfermedades en otros mamíferos.
La toxina botulínica es una de las toxinas biológicas con mayor potencial tóxico, ya que cantidades muy pequeñas de la toxina pueden causar la enfermedad.
1.2. Clostridium perfringens
La temperatura óptima de crecimiento de C. perfringens es de 40-45ºC.
Existen cinco cepas de C. perfringens, designadas desde A hasta E. Cada cepa produce diferentes toxinas. La A y C son patógenas en las personas.
Es necesaria la ingestión de grandes cantidades de bacterias (más de 108) para producir sintomatología. La producción de toxinas en el tracto digestivo se asocia con la esporulación.
2. Transmisión
Las bacterias Clostridium, sus esporas y/o toxinas se pueden transmitir a las personas por varias vías:
Alimento 1 – Persona
por consumo de alimentos contaminados con la bacteria Clostridium, sus esporas y/o toxinas.
Animal /Persona 2 – Persona
por contaminación fecal por contacto con los alimentos derivados de los animales.
Agua 3/Alimento – Alimento
por contaminación cruzada en la transformación y/o en la preparación y cocinado de los alimentos en el hogar.
1 La principal vía de transmisión de Clostridium a las personas es a través del consumo de alimentos contaminados por falta de higiene e inadecuada manipulación en cualquier etapa de la cadena alimentaria.
2 Los manipuladores de alimentos pueden ser portadores de Clostridium, de forma que, al manipular los alimentos, sin tener en cuenta unas buenas prácticas de higiene, contaminan los alimentos.
3 El agua de riego/lavado puede estar contaminada con Clostridium transmitiéndose a las frutas y verduras frescas regadas con dicha agua.
3. Efectos en la salud humana
3.1. Clostridium botulinum
La intoxicación por la neurotoxina botulínica es conocida como “Botulismo”, poco frecuente, pero con consecuencias graves, ya que afecta al sistema neuromuscular provocando parálisis progresiva que puede producir insuficiencia respiratoria, fatal en algunos casos (5-10% mortalidad). Hay 2 formas de botulismo:
La intoxicación botulínica, debida a la ingestión de toxina botulínica preformada en un alimento. Esta es la forma más frecuente en los adultos.
La toxiinfección botulínica originada por la ingestión de bacterias y/o esporas, principalmente por lactantes y bebés menores de 1 año, que, debido a la inmadurez del sistema digestivo, germinan, colonizan el intestino y liberan la toxina botulínica. Por ejemplo, se ha descrito el botulismo infantil asociado a la ingestión de miel.
Botulismo por heridas: causado por esporas que infectan una herida abierta y pueden germinar hasta liberar las toxinas.
Los síntomas se manifiestan entre 12 y 36 horas después de la ingesta e incluyen fatiga intensa, debilidad y vértigo, seguidos generalmente por visión borrosa, sequedad de boca y dificultad para tragar y hablar. También pueden producir vómitos, diarrea e inflamación abdominal. La enfermedad puede dar lugar a debilidad en el cuello y los brazos, y afectar posteriormente los músculos respiratorios y los músculos de la parte inferior del cuerpo. La recuperación puede tardar muchos meses.
La incidencia del botulismo es baja, pero la tasa de mortalidad es alta si no se realiza un diagnóstico precoz y se realiza el tratamiento adecuado (rápida administración de antitoxina y atención respiratoria intensiva). La enfermedad puede ser mortal en el 5 a 10% de los casos.
Tratamiento
El tratamiento está dirigido a la asistencia respiratoria administrando la antitoxina botulínica para neutralizar el efecto de la toxina. Puede ser necesario intubar al paciente y administrar líquidos intravenosos si persiste la dificultad de deglución.
3.2. Clostridium perfringens
La intoxicación por la enterotoxina del Clostridium perfringens afecta al sistema digestivo produciendo gastroenteritis, caracterizada por malestar estomacal y diarrea que aparecen a la de 6-24 horas de haber ingerido el alimento contaminado y dura menos de 24 horas.
Grupos de riesgo
Población infantil menor de 1 año
Personas de edad avanzada
INCIDENCIA EN EUROPA DE LAS TOXIINFECCIONES POR CLOSTRIDIUM
Clostridium botulinum: 7 brotes con 20 casos asociados principalmente a carnes y productos cárnicos, mezcla de alimentos y alimentos de origen no animal:
50% hospitalización
España: 1 brote con 3 casos
Clostridium perfringens: 55 brotes con 2897 casos asociados principalmente a carnes y productos cárnicos y mezcla de alimentos y en menor medida huevos y derivados, y agua.
0,38% hospitalización (0,10 tasa mortalidad)
España: 16 brotes con 956 casos
En 2022, las toxinas de C. perfringens en «otras carnes rojas o mezclas de carnes rojas y productos derivados” fue el binomio agente/alimento que causó el mayor número de casos de brotes en la EU (EFSA/ECDC Zoonosis report, 2023).
4. Exposición alimentaria
Dependiendo de la especie de Clostridium, los alimentos susceptibles de contaminarse por la bacteria, sus esporas o toxinas pueden variar:
4.1. Clostridium botulinum
Conservas caseras
Conservas de pescado
En lata o en cristal
Semiconservas
Vegetales y de pescado
Carnes curadas, fermentadas insuficientemente, o sin conservantes.
Embutidos, salchichas…
Alimentos envasados al vacío o en atmósfera modificada
Pescados fermentados, salados y/o ahumados
Quesos
Patatas horneadas
Aceites aromatizados
con hierbas y otros condimentos
Miel
4.2. Clostridium perfringens
Platos preparados ricos en proteínas
Carnes y aves rellenas, con salsa y preparadas en grandes cantidades con antelación
Productos cárnicos cocidos
En menor medida
Productos lácteos, las frutas y vegetales crudos, y zumos
5. Prevención y control del riesgo
La prevención de la toxiinfección por Clostridium se basa en aplicar buenas prácticas de preparación de los alimentos a lo largo de toda la cadena alimentaria, en particular durante la transformación, almacenamiento y conservación.
5.1. Cadena Alimentaria
En las explotaciones es importante aplicar las buenas prácticas agrícolas (BPA) y las buenas prácticas higiénicas (BPH) que contribuyen a reducir el número de Clostridium y la germinación de sus esporas mediante la minimización de la contaminación con tierra y excrementos de animales.
Asimismo, es importante durante la transformación de los alimentos cumplir con los criterios microbiológicos de las materias primas y los sistemas de autocontrol basados en el Análisis de Peligros y Puntos de Control Crítico (APPCC).
Tratamientos de inactivación
Los fabricantes de alimentos envasados deben someter a sus productos a una correcta esterilización para garantizar que se inactivan las esporas de Clostridium.
La pasteurización en productos envasados al vacío y ahumados en caliente no siempre es suficiente para inactivar todas las esporas y, por consiguiente, la inocuidad de esos productos se deberá basar en la prevención del crecimiento bacteriano y la producción de toxinas.
Las temperaturas de refrigeración combinadas con el contenido de sal y/o las condiciones de acidez impedirán el crecimiento de la bacteria y la formación de toxinas.
Las toxinas de Clostridium son relativamente sensibles al calor y se inactivan por calentamiento a 85 º C durante 5 minutos o un proceso equivalente.
TRATAMIENTOS DE INACTIVACIÓN DE LA TOXINA BOTULÍNICA
ESTERILIZACIÓN
En las conservas industriales 1:
120ºC durante 4 minutos o proceso equivalente.
TRATAMIENTO TÉRMICO
En el resto de productos:
temperatura interna superior a los 85ºC durante al menos cinco minutos
1 La ebullición puede destruir las formas vegetativas de la bacteria, pero las esporas pueden seguir siendo viables tras horas de ebullición, por ello, es necesario aplicar tratamientos a muy altas temperaturas, como en las conservas industriales.
5.2. Hogar
Teniendo en cuenta que en Europa todos los brotes de botulismo y muchas de los brotes de C. perfringens se producen en entornos domésticos y comedores sociales, en esta fase deben aplicarse buenas prácticas de higiene, manipulación, cocinado y conservación de los alimentos, especialmente en conservas caseras y productos cárnicos envasados (embutidos) para prevenir su contaminación por Clostridium y producción de toxinas.
Las 5 claves de la OMS para seguir unas buenas prácticas de higiene y manipulación en la preparación y cocinado de los alimentos:
Usar agua y materias primas seguras.
Lavar bien con agua corriente las frutas y hortalizas que vayan a consumirse crudas.
Mantener los alimentos a temperaturas seguras.
Refrigerar los alimentos a temperaturas inferiores a 5°C para limitar el crecimiento potencial.
Mantener la limpieza con la consiguiente desinfección de las superficies, utensilios y tablas para cortar.
Separar alimentos crudos y cocinados para evitar la contaminación cruzada.
Cocinar completamente los alimentos (65ºC) y mantenerlos calientes hasta su consumo.
Tras el consumo de los alimentos, refrigerar los excedentes lo antes posible (<5ºC) y consumirlos en 24 horas, previamente recalentados.
Las autoridades de referencia de Seguridad Alimentaria recomiendan otras pautas a tener en cuenta:
Mantener la cadena de frío durante el transporte, especialmente de los alimentos crudos susceptibles de ser contaminados con Clostridium.
Cumplir las indicaciones de tiempo y temperaturas de conservación, así como la fecha de caducidad que figuran en el etiquetado de los alimentos.
No descongelar los alimentos a temperatura ambiente, sino en la parte baja del frigorífico.
No consumir embutidos de procedencia no garantizada.
No incluir miel en la dieta de niños menores de 1 año.
Verificar la eficacia de los tratamientos de esterilización en conservas:
En productos con un pH igual o superior a 4,5 (carne, pescado, legumbres y verduras) se recomienda Olla a presión entre 20 y 60 minutos desde que empiece a salir el vapor.
En el caso de productos con pH inferior a 4,5 (frutas y tomate), se recomienda hervir al baño maría durante al menos 2 horas
Añadir los conservantes adecuados, por ejemplo, 4-5% de concentración de sal inhibe el crecimiento de las esporas, o añadir limón o vinagre para reducir el pH.
No consumir conservas de alimentos hinchadas ni abolladas o mal cerradas.
Antes de consumir conservas caseras, calentarlas a 80°C durante al menos 10 minutos, porque se destruyen las toxinas en el caso de que pudiera estar presentes.
6. Límites legales
En general, las empresas alimentarias deben cumplir los criterios microbiológicos establecidos en el Reglamento (CE) 2073/2005, DE LA COMISIÓN de 15 de noviembre de 2005 relativo a los criterios microbiológicos aplicables a los productos alimenticios. No obstante, este Reglamento no establece límites microbiológicos para garantizar la seguridad en los alimentos susceptibles de ser contaminados con Clostridium, aunque sí establece que la autoridad competente podrá realizar muestreos y análisis con el fin de detectar y medir otros microorganismos, sus toxinas o metabolitos, ya sea a efectos de verificar procesos, en el caso de alimentos de los que se sospecha no sean seguros, o en el contexto de un análisis de riesgo.
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